El domingo tuvimos comida familiar en un pueblo precioso en la montaña lucense, con unas vistas de impresión.
Ese día había un mercado artesanal en el pueblo, Castroverde, y nos dimos una vuelta. Aparte de panes y dulces varios, exposición de coches antiguos y todo tipo de artesanía de la zona, había talleres artesanales varios: uno hombre haciendo zuecos de madera, “madreñas” que las llamaba mi abuela, otro haciendo cestas de mimbre, cerámica e instrumentos musicales, varias mujeres hilando lana.
