Hoy nos vamos a Chinatown a dar un paseo, que en el último viaje no estuvimos. Chinatown es la zona donde viven la mayor parte de los asiáticos de Manhattan y ha crecido tanto en los últimos años que ha absorbido casi por completo a Little Italy, que ya es muy Little, y a gran parte del Lower East Side. Su calle más importante es Mott Street. El ambiente que se respira en sus calles tiene un enorme encanto y las tiendas de alimentación ni os cuento, los puestos de callejeros igual. Que merece la pena perderse por sus calles y “mirar”.
Es famoso por la venta de imitaciones de bolsos y relojes. Se ven mujeres por las calles principales con catálogos de bolsos de imitación y de relojes. Por lo que he leído, hacen como grupos y los llevan a sus almacenes y más de uno se ha llevado un buen susto cuando la policía entró en alguno de ellos mientras compraba. Yo no puedo opinar al respecto porque no compré nada, ni tan siquiera hice intención. Era curioso oírlas gritar: luivuiton, dolchegabana, dior…
Después de callejear por la zona es hora de comer. Había leído recomendaciones sobre un restaurante en Chinatown, el Nom Wah Tea Parlor, y su dim sum y no nos defraudó. ¡Qué bueno estaba todo!. Así que muy recomendable.
Después de comer nos bajamos dando un paseo por Broadway hasta la zona cero. Impresionante encontrarte con el Oculus al volver la esquina, parece un enorme dinosaurio blanco. Un crítico del New York Times lo denominó “Calatrasaurus”.
Era la fiesta de inauguración del Oculus, con John Legend cantando y tocando el piano. Así que estaba lleno de gente.
El Oculus, diseñado por Calatrava, es el nuevo intercambiador de transportes situado en la zona cero, destruida el 9/11.
Dentro del Oculus está el Westfield World Trade Center Mall, que es un centro comercial enorme con tiendas como Apple Store, Lacoste, Samsonite, Victoria’s Secret, Sketchers entre otras. El centro comercial está instalado bajo las enormes alas que coronan la estructura y se extiende por sus pasillos. Además posee un foodcourt para reponer fuerzas. Impresiona desde fuera y también desde dentro.
He leído que el Oculus es la estación más cara del mundo porque su construcción duplicó el presupuesto original, que fueron unos cuantos millones de dólares. Esperemos que no sea otra de sus polémicas obras.
La zona cero me sigue causando impresión cuando paso por allí, sólo de pensar en lo que sucedió cuando cayeron las torres. ¡Un horror! Recuerdo aún el primer año que fuimos después del 11S, se me caían las lágrimas viendo, desde la pasarela que se construyó alrededor durante las obras, aquel agujero inmenso que quedó y sin tan siquiera poder imaginar cómo fue aquello y lo que pasó la gente allí, los bomberos, la policía…en fin, un dolor enorme. Los pelos de punta. Así que cada vez que vuelvo la sensación es la misma. Ahora lo han dejado todo precioso, con el Memorial y la nueva torre One World Trade Center. Al museo no he sido capaz de ir.
Y ya nos toca coger camino hacia el Port Authority y volver a casa.
Seguimos…